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2 de mayo de 2012

Andrea y Alex


  • ¿Cómo te va a cambiar la vida en una semana?
  • arrrgggg.... De verdad!!! Alex, ¿Quieres prestar atención a lo que te cuento?
  • Andrea, estoy más atento de lo que he estado en toda mi vida- no era cierto, Alex estaba muy distraído y sus pensamientos vagaban a bastantes kilometros de distancia de allí.
  • Ah, ¿si? Pues entonces dime, ¿Qué te acabo de contar?
Le acababa de pillar, se dijo mentalmente Alex. 
-¿Que me quieres mucho? - preguntó inocentemente.
  • ALEXXXXXXX!!!!!!!!! ME MUDO, ME MUDO A NUEVA YORK
Aquello si que atrajo la atención de su amigo, Nueva York quedaba un poco lejos de España y más bien lejos de su compañía.
  • No puedes irte Andrea, no puedes - Alex nunca había tenido tal arrebato pero era un momento desesperado. ¿A donde irían a parar todas aquellas tardes de invierno con chocolae caliente?¿Y aquellas tardes de playa?¿Y las navidades?¿Acaso también iban a dejar de compartir juntos aquellas charlas matutinas antes de entrar en clase?
  • ¿Cómo que no puedo irme?¿Por qué no me voy a poder ir? Para que me hagas este caso....
  • Andrea, no puedes tirar todos los buenos momentos que hemos pasado juntos por la borda, así, sin más, no puedes, no puedo dejarte hacerlo, no... ¿Por qué te vas?- Alex tenía un millón de preguntas en mente y nunca llegaría a realizarlas todas, ni aunque tuviera todo el tiempo del mundo.
  • Alex... En Milán todo es tan complicado, no me siento a gusto, necesito cambiar de aires, irme y dejar todo atrás, ningún lazo con nadie... lo siento- Andrea también lo estaba pasando realmente mal, a ella no le apetecía nada irse de Milán, aquella ciudad la había enamorado pero las circunstancias le hacían volver a su lugar de origen. Andrea  le estaba mintiendo a todos y cada uno de sus conocidos para no causar problemas más tarde.
Todavía no se había ido y ya estaba soñando con volver. ¡Milán era una ciudad tan preciosa! ¡Y Alex! ¡Iba a echar de menos a Alex  cada segundo de su estancia en Nueva York ¿Por qué siempre que la vida le sonreía a Andrea pasaba una estúpida nube que le estropeaba la vista?
Pero lo que más odiaba Andrea era tenerle que mentir a sus amigos. Cuando hace un par de años llegó a Milán, dijo que se había mudado por trabajo; aunque en realidad le costó varios meses encontrar uno.¡Siempre mintiendo! ¿Acaso nunca la iban a dejar ser feliz?
  • Andrea, si de verdad odias esta ciudad, de acuerdo, vete, pero no vuelvas dentro de unos meses con otra de tus estúpidas excusas, estas cosas me tienen harto, primero mi madre y luego tú¿Qué tiene esa ciudad para que todo el mundo la prefiera a estar conmigo?- Alex sonrío tristemente; era cierto, su madre se había ido hace unos meses a Nueva York por unos asuntos de trabajo.
  • Alex, por favor, sé que te estoy pidiendo el cielo y que no me merezco ni una estrella de las de ahí arriba pero; sin embargo, necesito una cosa antes de irme.
Alex no daba crédito a lo que estaban oyendo sus oídos ¿Un favor? Menos mal que tenía curiosidad por saber que era, que si no Andrea se quedaba en la intemperie.
- Primero cuéntame que deseas y yo te diré si lo mereces.
Andrea no sabía por donde empezar, estaba harta de tanto zarandeo de ciudades; siendo adolescente ya había vivido en 27 países diferentes y la gente que había conocido la menospreciaba siempre o la alababan demasiado. Precisamente esa era la razón de que le gustara tanto Milán, la gente. Alex siempre la había tratado como su igual y eso había hecho que Alex se ganara un trocito del corazón de Andrea.
Ella quería decirle que se viniera con ella a Nueva York; pero después de días de discusiones mentales había decidido que eso pondría en peligro su vida. Más tarde decidió que lo mejor era contarle a Alex su historia, pero también el tiempo le hizo dudar y al final pensó que si se la contaba Alex saldría corriendo por la ventana...  Mil y unas ideas más acudieron a la mente de la joven pero fue rechazando cada una de ellas por diversos motivos.
Al final Andrea decidió pedirle algo que nunca le había pedido a nadie, pero que sabía que Alex haría:
  • Por favor, no me olvides.
  • Nunca.
Y antes de que Alex pudiera añadir algo Andrea ya no estaba. De repente, se sintió solo, vulnerable, no le gustaba aquella sensación, le ponía nervioso.
Andrea había puesto el mundo de Alex patas arriba y este sabía que no iba a poder solucionarlo sin la causante.